Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae

Por Eduardo Mas (Don_Jupi)

Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae

“Bajo las calles de la actual Chaves, una pequeña pero encantadora ciudad al norte de Portugal, yace un pasado romano lleno de riqueza histórica. En 1878, en el corazón de esta antigua urbe, conocida en tiempos romanos como Aquae Flaviae, emergió un tesorillo de 700 monedas romanas, entre las cuales destacaba un denario de Druso. Esta moneda, como parte de un hallazgo excepcional, no solo testimonia el legado imperial, sino que también lleva consigo un fascinante pedigrí numismático que conecta generaciones.”


Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae

Nero Claudius Drusus Germanicus,

Druso, cuyo nombre completo era Nero Claudius Drusus Germanicus, fue una figura clave en la expansión del Imperio Romano bajo el mandato de su padrastro, el emperador Augusto. Hermano menor de Tiberio, Druso destacó como un brillante general en las campañas contra las tribus germánicas. Su legado militar incluye la construcción de fortificaciones a lo largo del río Rin y la primera incursión romana en Germania.

Hijo de Livia Drusila y Tiberio Claudio Nerón, Druso formaba parte de la dinastía Julio-Claudia. Hijo de la emperatriz Livia, hijo adoptivo de Augusto, hermano del emperador Tiberio y padre del emperador Claudio. Su carrera política y militar estuvo siempre al servicio de Augusto, quien lo adoptó simbólicamente como parte de su familia imperial. A pesar de su prometedor futuro, Druso murió de forma prematura en el año 9 a.C., a los 29 años, tras caer de su caballo durante una campaña en Germania.

El legado de Druso perduró a través de la memoria imperial, honrado con títulos póstumos como “Germanicus” y monumentos en su honor.

El Denario de Druso: Símbolo de Gloria y Propaganda
Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae

Entre las piezas más evocadoras del legado romano se encuentra el denario RIC Claudio 70, una moneda que trasciende su valor material para contar una historia de conquista y poder. Este denario, acuñado durante el reinado de Claudio (41-54 d.C.), rinde homenaje a su padre, Druso el Mayor, un brillante general cuya memoria vivió en el imaginario romano como un héroe que expandió las fronteras del Imperio.

En el anverso, la moneda presenta el busto laureado de Druso, girado hacia la izquierda, acompañado de la inscripción NERO CLAVDIVS DRVSVS GERMANICVS IMP. La imagen, idealizada y solemne, refleja la grandeza de Druso como comandante militar y miembro de la dinastía Julio-Claudia. Este retrato no es solo un reconocimiento personal, sino una afirmación de la continuidad y legitimidad de la familia imperial.

El reverso completa la narrativa con un trofeo militar majestuoso. El diseño incluye un conjunto de armaduras, escudos y lanzas dispuestas en un trofeo central. A sus pies, dos figuras capturan la esencia de la victoria romana: a la izquierda, un guerrero germano derrotado, sentado y con las manos atadas; a la derecha, una mujer, símbolo de las tierras conquistadas, representada en una postura de resignación. La inscripción DE GERMANIS refuerza la temática, celebrando las victorias de Druso sobre las tribus germánicas.

Este denario no solo es un tributo a Druso, sino también una herramienta de propaganda diseñada por Claudio. Al resaltar los logros de su hermano, Claudio enaltece la gloria de su linaje y consolida su posición como emperador legítimo. En un Imperio que valoraba las conquistas y el orden, el mensaje era claro: Roma es invencible, y la familia Julio-Claudia es el corazón de esa invencibilidad.

El denario RIC Claudio 70 es más que una moneda; es un fragmento de historia, un testimonio tangible de cómo Roma forjaba su narrativa de poder y permanencia. Su simbolismo trasciende el tiempo, recordándonos el impacto duradero de las campañas militares y la memoria imperial.

HAVES, la antigua AQUAE FLAVIA
Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae

Hoy conocida como Chaves, esta ciudad cuenta con aproximadamente 40.000 habitantes y es famosa por su imponente Puente Romano sobre el río Támega, el puente de Trajano, uno de los mejor conservados de la península. Sus termas romanas, aún visitables, y su centro histórico lleno de encanto convierten a Chaves en un destino turístico que combina historia, cultura y bienestar. Fue en este contexto de profundo vínculo con su pasado romano que este denario apareció, trayendo consigo una historia que merece ser contada.

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Aquae Flaviae debe su nombre al emperador Vespasiano, quien la refundó como un importante municipio romano durante el siglo I d.C. Sin embargo, los romanos ya habían llegado mucho antes a estas tierras ricas en aguas termales y de enorme valor estratégico. En la época de Augusto, estas tierras fueron clave para las campañas de pacificación en el noroeste de la península ibérica, situándola como un enclave vital en las comunicaciones y el control territorial de la provincia de Lusitania.


El tesorillo desvelado por el río Támega
Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae

Durante el invierno de 1878, las intensas lluvias que cayeron cerca de San Estêvão, a unos 7 kilómetros de Chaves, provocaron la formación de pequeños arroyos que erosionaron el terreno. En uno de ellos apareció un saco de cuero repleto de monedas de cobre romanas


Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae

Al año siguiente, el río Támega, desbordado tras una gran crecida, expuso los restos de un antiguo molino en su margen izquierda. Entre los objetos desenterrados se encontró un recipiente de barro que contenía aproximadamente 700 monedas de plata de la época republicana. Entre estas monedas, destaca el denario de Druso que aquí nos ocupa.



General Antonio Sarmento: Arqueología, Numismática y Legado Histórico

El primer propietario conocido de algunas de las monedas del tesorillo, Antonio Sarmento, fue un general portugués del siglo XIX, ampliamente reconocido por su interés en la numismática y la arqueología. Su nombre quedó especialmente vinculado al hallazgo de un tesorillo de aproximadamente 700 monedas romanas en 1878, en las cercanías de Chaves, Portugal. Parte de estas monedas fueron “adquiridas” por Sarmento, quien se encargó de catalogarlas y analizarlas meticulosamente. Dos años después, en 1880, publicó los resultados de su estudio en la revista O Universo Ilustrado, una contribución que marcó un hito en la documentación numismática de su tiempo.

El análisis de Sarmento destacó por su precisión y rigor, centrándose no solo en las características físicas de las monedas, como las inscripciones y las iconografías, sino también en su contexto histórico. Su trabajo proporcionó valiosa información sobre la circulación monetaria en la región de Lusitania durante la época romana, evidenciando el impacto de las campañas militares y el comercio en el noroeste peninsular.

Además de su legado numismático, Sarmento tuvo una notable carrera militar y mostró un profundo interés por la historia y la arqueología de Portugal. Participó activamente en la promoción del patrimonio cultural, ayudando a preservar hallazgos clave y estimulando el interés por el estudio del pasado romano en regiones como Trás-os-Montes.

El General Antonio Sarmento no solo fue un destacado militar, sino también un pionero en el ámbito de la arqueología numismática portuguesa. Su meticuloso trabajo sigue siendo una referencia para investigadores y coleccionistas, dejando un legado que conecta el presente con la riqueza histórica de la antigua Aquae Flaviae.

El mismo general Sarmento escribía este artículo el año 1880 en la revista O Universo Ilustrado:

MONEDAS ROMANAS ENCONTRADAS EN EL VALLE DE CHAVES EN LOS AÑOS 1878/1879

En el lugar, donde hoy se encuentra la modesta villa de Chaves, floreció una vez la famosa Aquae Flaviae de los romanos.

Ni el tiempo que todo lo consume, ni la invasión de los bárbaros, que redujo a un montón de ruinas el vasto imperio romano, ni las guerras sangrientas, que posteriormente se libraron en la península, lograron borrar del todo los numerosos vestigios que el paso de las águilas romanas dejó impresos, como en muchas otras partes de nuestro país.

Un pueblo verdaderamente grande, como lo fue el pueblo romano, ya por las virtudes cívicas de sus hijos, ya por el esfuerzo indomable de sus héroes, deja por todas partes grabadas indeleblemente las huellas de su civilización.

Aquí hay un monumento que, desafiando el vendaval de los siglos que pasan, atestigua a las generaciones futuras la solidez inquebrantable de sus construcciones.

Allí una moneda que, ya por la mayor o menor perfección de los sellos, ya por los dibujos que los graban, da un indicio seguro del estado de avance de sus artes y aún más de sus costumbres, creencias religiosas, supersticiones, virtudes y vicios.

Además de una inscripción que, conmemorando algunos de los hechos más brillantes de su historia, transmite a la posteridad el precio sagrado de reconocimiento de un pueblo: al mérito de sus héroes, y es como la consagración, ante los siglos futuros, de sus más violentas pasiones, de sus más queridos sentimientos y de sus más grandiosas aspiraciones.

Existen en efecto en esa parte del país monumentos, marcos miliarios, monedas, inscripciones y muchos otros objetos de muy alta importancia histórica, para elevar a la generación presente el inmenso poder de ese pueblo dominante que, con esfuerzo sobrehumano, logró encender en todo el mundo, entonces conocido, el facho fulgentísimo de su civilización.

A cada momento el azar va exponiendo a la luz nuevas preciosidades históricas, dignas de atrapar la atención del sabio y las simpatías del curioso.

Monedas sabemos que han aparecido bastantes veces, si no a las dos o tres sino a los cientos y a los millares.

Corría el duro invierno de 1878 cuando en una ladera cercana a la población de San Estêvão, a unos 7 kilómetros de la villa de Chaves, las aguas de las lluvias, reuniéndose en las partes bajas del terreno, formaron arroyos de existencia efímera que, a pesar de su insignificancia, destruyeron aquí un muro, socavaron allí una piedra, abrieron más allá un surco, desacelerando en este punto para aterrizar en aquella.

Fue en uno de esos surcos excavados por las aguas, a poco más de un metro de profundidad, donde apareció un saco de cuero que contenía una enorme cantidad de monedas de cobre de la época de los emperadores romanos.

En el invierno siguiente, el río Tâmega, elevándose orgulloso por encima de su cauce habitual, inundó los terrenos marginales y, al arrastrar la capa superficial de tierra, dejó al descubierto en su margen izquierda los cimientos de una construcción que, por los objetos encontrados en ella, parece haber sido un molino. Entre los hallazgos se encontraron ruedas de piedra de aproximadamente 0,5 metros de diámetro con un agujero central, ladrillos y recipientes de barro, uno de los cuales contenía unas 700 monedas de plata de la época de la República romana.

Sería interesante, desde la perspectiva de la historia de la industria de la molienda con motores hidráulicos, estudiar la construcción de este molino e investigar la época de su establecimiento. Desafortunadamente, esto ya no es posible, pues la codicia desenfrenada de la gente del campo, al correr la noticia del hallazgo, desató un acto de vandalismo sin precedentes. Nada escapó a su furia; todo fue destruido: ruedas de piedra, recipientes de barro, ladrillos, y hasta los propios cimientos fueron completamente removidos. Por lo tanto, nos limitamos a describir las monedas encontradas tanto en 1878 como en 1879, confiando en que esta descripción será de interés para los lectores dedicados al estudio de la numismática.

Incluso para quienes no están iniciados en esta importante rama de la arqueología, esta descripción no debería resultar completamente indiferente.

Nuestra alma, al cruzar este “Rubicón” de la ciencia, experimenta un sentimiento mixto de nostalgia y simpatía al contemplar los restos del pasado: nostalgia por no poder transponer el océano de los siglos que nos separan de aquellas generaciones, para contemplar su porte guerrero, asistir a sus fiestas, compartir sus goces y dolores, abrazar sus aspiraciones y participar de su gloria.

Es un sentimiento que, aunque nebuloso, nace de la tendencia misteriosa del alma a superar los obstáculos del espacio y el tiempo que la separan de los objetos de sus más ardientes anhelos. Para el sabio, este sentimiento se convierte en el estímulo para la búsqueda de la perfección y el conocimiento de lo más elevado.

Al mismo tiempo, la simpatía hacia las generaciones pasadas nos inspira la identidad de destino, pues pronto estaremos, como ellas, fatalmente sumergidos por la catarata de los tiempos en los abismos del pasado.

El mismo sentimiento experimenta el alma cuando, por el silencio de la noche, contempla la abovedada estrellada y piensa en la inmensidad de mundos, que pueblan el espacio y que ella, pobre esclava de la Tierra, no puede visitar más que abalanzándose en la calma del mar etéreo en el frágil bajel de la imaginación.

El mismo sentimiento experimenta aún cuando, dejándose arrastrar por la grandiosa ley de la evolución y del progreso indefinido y pensando en la brillantez de los siglos que están por venir, escucha el eco de la inmortalidad de los hombres.

¡Tal es el destino de la muerte!

Y con razón llamamos a este sentimiento de saudade, pues esto no es más que esa misteriosa tendencia del alma a superar los obstáculos, tanto del espacio como del tiempo, que la separan de los objetos que son blanco de sus más ardientes anhelos o de sus más queridas aspiraciones.

Este sentimiento, que para el vulgo no es más que una aspiración vaga e indefinida, se torna para el sabio en el ardiente deseo de saber, que es el más poderoso estímulo de perfeccionamiento.

El sentimiento de simpatía por las generaciones que nos precedieron es inspirado por la identidad de destino, pues pronto estaremos, como ellas, fatalmente sumergidos por la catarata de los tiempos en los abismos del pasado.

También hizo una descripción detallada de todas las monedas en la forma que podemos ver en la siguiente parte:

Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae

Que puede observarse en el ejemplar del O UNIVERSO ILUSTRADO


Fernando Cantista Pizarro Bravo: Una Vida Entre la Historia y la Numismática

El segundo propietario conocido de parte del tesorillo, Fernando Cantista Pizarro Bravo (O NUMISMA PIZARRO), nació el 17 de diciembre de 1933 en la ciudad de Chaves, Portugal. Hijo de José Homem de Lacerda Pizarro da Silveira Bravo y Licinia da Alegria Teixeira Cantista, creció en un entorno marcado por la tradición y el aprendizaje. Realizó sus estudios primarios en su tierra natal y continuó su educación secundaria en Chaves, Coimbra y Vila Real, para luego especializarse en Ingeniería Agrónoma en el Instituto Superior de Agronomía.

Tras cumplir el servicio militar, Pizarro Bravo se incorporó a la Guardia Fiscal, donde desarrolló una destacada trayectoria profesional que lo llevó a ocupar el rango de Capitán antes de retirarse en 1982. Paralelamente, desempeñó un papel importante en el cooperativismo agrícola y el desarrollo regional, temas que también abordó a través de sus escritos en prensa y programas de radio, mostrando siempre un compromiso con la mejora de su comunidad.

La pasión por la numismática llegó a su vida a través de una colección de monedas portuguesas heredada de su padre. Este legado marcó el inicio de un profundo interés por el coleccionismo y estudio de monedas, un campo en el que se convertiría en una figura destacada. Durante las últimas dos décadas de su vida, se enfocó especialmente en las monedas romanas, adquiriendo piezas valiosas, incluidas aquellas procedentes de hallazgos arqueológicos en la región de Flavio.

Miembro activo de la Sociedad Portuguesa de Numismática, la Asociación Numismática de Portugal y la Asociación Numismática Española, Pizarro Bravo dejó una huella imborrable en el ámbito numismático. Fue autor de estudios y contribuciones fundamentales, como su obra Moedas Romanas: Achados no Alto Tâmega e Barroso, que documenta hallazgos de monedas romanas en la región de Alto Tâmega, consolidando su reputación como investigador meticuloso y apasionado.

Con inteligencia, dedicación y sabiduría, Pizarro Bravo no solo enriqueció el conocimiento numismático, sino que también inspiró a generaciones de coleccionistas e investigadores. Su legado sigue vivo en los círculos numismáticos, donde es recordado como el “Magnífico Pizarro Bravo”, una figura cuya contribución al patrimonio cultural y la historia de la numismática portuguesa será siempre apreciada.


84ª Permuta por correspondència inter associados de la Sociedade Potuguesa de Numismática

Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae

La Sociedad Portuguesa de Numismática (SPN) es una institución cultural que ha desempeñado un papel crucial en la promoción del estudio y la preservación de monedas y medallas en Portugal. Con una comunidad de 600 asociados, la SPN no solo actúa como un centro de investigación y difusión, sino que también mantiene una biblioteca especializada y un espacio museológico que exhibe su valiosa colección.

Además, su destacada labor editorial, con publicaciones como la revista NVMMVS y los catálogos de permutas, ha sido esencial para el desarrollo de la numismática portuguesa desde mediados del siglo XX. La SPN también brinda servicios exclusivos a sus miembros, facilitando el acceso a novedades numismáticas y promoviendo el coleccionismo con condiciones ventajosas.

En definitiva, la SPN es un referente en el ámbito numismático, uniendo a profesionales y aficionados en torno a un propósito común: proteger y valorar el patrimonio monetario de Portugal.

En su 84ª permuta por correspondencia , del 27 de junio de 2024, apareció el LOTE 520 con 68 denarios de la colección. Sobre el lote, hacían este comentario:

TESORILLO ENCONTRADO EN EL VALLE DE CHAVES EN 1878/1879

Este conjunto monetario romano apareció en el invierno de 1879, cuando la subida de las aguas del río Tâmega reveló, en la orilla izquierda, una construcción de época romana donde se descubrió, entre diversos materiales, un jarrón de cerámica que contenía cerca de “700 monedas de plata de la época de la República y del inicio del Imperio” (A. Moraes Sarmento en la revista O Universo Ilustrado, Tomo IV, 1880, p. 238).

El general António Moraes Sarmento, autor de la noticia de este hallazgo, examinó las monedas encontradas y adquirió una parte para su colección numismática. En el artículo antes mencionado, publicó 75 denarios, uno de cada tipo representado en el tesoro o en el lote que había comprado.

En el citado artículo, titulado Moedas romanas encontradas no vale de Chaves nos anos de 1878-1879, publicado en los tomos IV y V del periódico O Universo Ilustrado entre julio de 1880 y octubre de 1883, el general Sarmento presenta la descripción y los dibujos de los 75 denarios que estudió. Estos se ordenaron alfabéticamente por las familias representadas, según era costumbre en las publicaciones de numismática republicana de la época, recurriendo para ello a la clásica obra de H. Cohen, Description générale des monnaies de la République Romaine […] (París/Londres, 1857).

No hay información precisa sobre la cantidad total de denarios adquiridos por el general Sarmento, pero es probable que el número fuera mayor. Sin embargo, hemos podido consultar una relación manuscrita de Moraes Sarmento donde figuran registrados 155 denarios de las llamadas “familias consulares”. En el documento también aparece una referencia a Ernest Babelon en la primera página, lo que sugiere que esta catalogación se elaboró después de 1886, dado que los dos volúmenes de la obra del gran numismático francés, Description historique et chronologique des monnaies de la République Romaine […], se editaron en París/Londres en 1885 y 1886, algunos años después de la publicación de los 75 denarios en O Universo Ilustrado.

Por otro lado, el análisis realizado hasta ahora de los denarios de la colección Moraes Sarmento no ha permitido confirmar si algunos ejemplares adicionales pertenecen al tesoro de 1879. No obstante, se han identificado ejemplares que no formarían parte de dicho depósito monetario.

Desafortunadamente, se ha constatado la ausencia en la colección de siete denarios publicados (según la numeración del catálogo que se presenta a continuación): n.º 44, 50, 63, 64, 68, 69 y 70. Aunque no es posible determinar con certeza las causas de estas pérdidas, cabe destacar que la colección del general Moraes Sarmento, quien falleció el 31 de abril de 1929, fue integrada en la colección del capitán Pizarro Bravo, heredero de su esposa y descendiente del general, muchas décadas después.

Es sabido que el ilustre Asociado Honorario de la SPN siempre se esforzó por mantener intacta la colección que se le confió. En 1987, a partir de la publicación original del general Moraes Sarmento, elaboramos un catálogo actualizado de este tesoro de denarios con la cronología de las emisiones y referencias bibliográficas (R. Centeno, Circulación monetaria en el noroeste de Hispania hasta 192, Oporto, 1987, p. 48-49, n.º 33).

El denario más antiguo (n.º 1), de L. Sempronius Pitio, data del año 148 a.C., mientras que el más reciente (n.º 75), de Claudio I, fue emitido en Roma entre los años 44-45 d.C. Este último presenta la particularidad de estar en un estado de conservación casi perfecto (“a la flor de cuño”). Este nivel de conservación, observado también en tres ejemplares del mismo reinado, sugiere un período de circulación muy breve antes de ser tesorado, probablemente antes del final de la década de los 40 del siglo I.

Una cronología similar puede observarse en otro tesoro de denarios descubierto en el Castro de Monte do Senhor dos Perdidos (Felgueiras, Oporto) (R. Centeno y M. Mendes Pinto, “Novos dados sobre o tesouro do Monte do Senhor dos Perdidos (Penacova, Felgueiras)”, Portugalia, Nova Série, XV, 2004, pp. 133-140). Este conjunto también concluye con una moneda de Claudio I (en nombre de Nerón Claudio Druso), fechada entre 41-45 d.C., ejemplar representado en el depósito flaviense (n.º 75).

Dado que son extremadamente raros los conjuntos monetarios de plata y/u oro que cierran con emisiones claudianas (D. Martínez Chico, Los tesoros imperiales de Hispania, Valencia, 2020, pp. 88-98), el tesoro de San Esteban, junto con el del Monte del Señor de los Perdidos, se encuentra entre los pocos tesoros ocultados durante este reinado que se han conservado parcialmente.

A pesar de haber sido hallado en 1879, este conjunto conserva signos de una significativa circulación previa, con monedas de las épocas republicana y augustana notablemente desgastadas, muchas de ellas marcadas en el anverso para verificar la calidad del metal. Este tipo de marcas desaparece paulatinamente tras la reforma de Nerón y el fin del reinado del Princeps.

Estamos, sin duda, ante un hallazgo excepcional, de enorme valor patrimonial y con un pedigrí invaluable. Este tesoro incluye denarios de altísima rareza y valor, lo que lo convierte en un conjunto que merece ser preservado, preferiblemente en una institución museológica.

LISTA DE DENARIOS

  1. L. Sempronius Pitio, Roma 148 a.C., RRC 216/1
  2. M. Vargunteius, Roma, 130 a.C., RRC 257/1
  3. M. Papirius Carbo, Roma, 122 a.C., RRC 276/1
  4. M. Furius L.f. Philus, Roma, 119 a.C., RRC 281/1 S. C. Sulpicius C.f., Roma, 106 a.C., RRC 312/1 (serratus)
  5. L. Thorius Balbus, Roma, 105 a.C., RRC 316/1
  6. C. Coelius C.f. C.n. Caldus, Roma, 104 a.C., RRC 318/1b
  7. Q. Minutius M.f. Thermus, Roma, 103 a.C., RRC 319/1
  8. M. Lucilius Rufus, Roma 101 a.C., RRC 324/1
  9. L. Titurius Sabinus, Roma, 89 a.C., RRC 344/1a
  10. P. Crepusius, Roma, 82 a.C., RRC 361/1c
  11. L. Marcius Censorinus, Roma, 82 a.C., RRC 363/1d
  12. Q. Caecilius C.f. L.n. Metellus Pius, Norte de Italia, 81 a.C., RRC 374/2
  13. C. Naevio Balbus, Roma, 79 a.C., RRC 382/1b
  14. L. Papius, Roma, 79 a.C., RRC 384/1 (serratus)
  15. M. Volteius M.f., Roma, 78 a.C., RRC 385/3
  16. Mn. Aquillius Mn.f. Mn.n., Roma, 71 a.C., RRC 401/1
  17. C. Hosidius C.f. Geta, Roma 68 a.C., RRC 407/2
  18. L. Aemilius Lepidus Paullus, Roma, 62 a.C., RRC 415/1
  19. L. Scrobonius Libo, Roma, 62 a.C., RRC 416/1a
  20. M. Nonius Sufenas, Roma, 59 a.C., RRC 421/1
  21. M. Aemilius Scaurus e P. Plautius Hypsaeus, Roma, 58 a.C., RRC 422/1b
  22. C. Memmius, Roma, 56 a.C., RRC 427/2
  23. M. Iunius Brutus, Roma, 54 a.C., RRC 433/2
  24. L. Vinicius, Roma, 52 a.C., RRC 436/1
  25. Mn Acilius (Glabrio?), Roma, 49 a.C., RRC 442/1b
  26. C. Julio César, Italia, 49-8 a.C., RRC 443/1
  27. L. Hostilius Saserna, Roma, 48 a.C., RRC 448/1b
  28. L. Hostilius Saserna, Roma, 48 a.C., RRC 448/3
  29. C. Vibius C.f C.n. Pansa Caetronianus, Roma, 48 a.C., RRC 449/4
  30. C. Julio César, África, 47-6 a.C., RRC 458/1
  31. Q. Caecilius Q.f C.n. Metellus Pius Scipio, África, 47-6 a.C., RRC 459/1
  32. Mn. Cordius Rufus, Roma, 46 a.C., RRC 463/1b
  33. T. Carisius, Roma, 46 a.C., RRC 464/5
  34. P. Clodius M.f., Roma, 42 a.C., RRC 494/23
  35. L. Livineius Regulus, Roma, 42 a.C., RRC 494/30
  36. C. Vibius Varus, Roma, 42 a.C., RRC 494/36
  37. L. Mussidius Longus, Roma 42 a.C., RRC 494/43a
  38. C. Clodius C.f. Vestalis, Roma, 41 a.C., RRC 512/2
  39. Octavio, Galia, 37 a.C., RRC 539/1
  40. M. Antonius, Oriente, 33 a.C., RRC 542/2
  41. M. Antonius, Oriente, 33 a.C., RRC 544/14
  42. M. Antonius, Oriente, 33 a.C., RRC 544/24
  43. M. Antonius, Oriente, 33 a.C., RRC 544/27 (falta)
  44. Octavianus, Italia, c. 32-29 a.C., RIC 251
  45. Octavianus, Italia, c. 32-29 a.C., RIC 254b
  46. Octavianus, Italia, c. 32-29 a.C., RIC 257
  47. Octavianus, Italia, c. 32-29 a.C., C.29-27
  48. Augustus, Roma, c. 19 a.C., RIC 288
  49. Augustus, Roma, c. 19 a.C., RIC 322 (falta)
  50. Augustus, Roma, c. 13 a.C., RIC 407
  51. Augustus, Roma, c. 12 a.C., RIC 416
  52. Augustus, Colonia Patricia (?), 20-19 a.C., RIC 51
  53. Augustus, Colonia Patricia (?), 19 a.C., RIC 75a
  54. Augustus, Colonia Patricia (?), 19 a.C., RIC 77a
  55. Augustus, Colonia Patricia (?), 19 a.C., RIC 86a
  56. Augustus, Colonia Patricia (?), 18 a.C., RIC 119
  57. Augustus, Colonia Patricia (?), 18-17/6 a.C., RIC 130
  58. Augustus, Lugdunum, 15-13 a.C., RIC 171a
  59. Augustus, Lugdunum, 11-10 a.C., RIC 178a
  60. Augustus, Lugdunum, 8 a.C., RIC 199
  61. Augustus, Lugdunum, 2-1 a.C., RIC 207
  62. Augustus, Lugdunum, 13-14, RIC 220 (falta)
  63. Augustus, Lugdunum, 13-14 RIC 222 (falta)
  64. Augustus, Lugdunum, 13-14, RIC 226
  65. Tiberius, Lugdunum, 15-16, RIC 4
  66. Tiberius, Lugdunum, 31-37, RIC 30
  67. Gaius, Roma, 37-38, RIC 14 (falta)
  68. Gaius, Roma, 40, RIC 26 (falta)
  69. Gaius, Lugdunum, 37, RIC 2
  70. Claudius I, Roma, 41-42, RIC 12 (falta)
  71. Claudius I, Roma, 44-45, RIC 28
  72. Claudius I, Roma, (Antonia), 41-45, RIC 66
  73. Claudius I, Roma, (Antonia), 41-45, RIC 68
  74. Claudius I, Roma, (Nero Claudius Drusus), 41-45, RIC 70
  • (falta) = pertenecen a la colección pero no están en la subasta.

Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae
Un Denario con historia y pedigrí: Druso y su Viaje desde Aquae Flaviae


De Imperio Numis a la colección IOVIS
Después de subastarse en la SPN, el lote pasó a subastarse en Império Numis el 29 de noviembre de 2024. Una casa de subastas online que tiene su sede en Porto. En dicha subasta, que puede consultarse en Biddr, fue donde el denario de Druso fue adquirido para la colección IOVIS.

La Parte Desconocida de la Historia de este Denario
El descubrimiento de este tesorillo de 700 denarios ofrece no solo un vistazo a la economía romana, sino también pistas fascinantes sobre su contexto histórico. Entre las monedas halladas, la más antigua corresponde a Lucio Sempronio Pitio, acuñada en el año 148 a.C. (Crawford 216/1) , mientras que la más reciente es un denario de Druso (RIC Claudio 70), emitido entre los años 41 y 45 d.C. Sorprendentemente, entre estas dos piezas encontramos ejemplares de prácticamente todas las décadas, lo que revela aspectos interesantes sobre la circulación y el contexto del tesorillo:

  1. Larga circulación de los denarios:
    Estas monedas, gracias a su contenido de plata, podían permanecer en circulación durante décadas. Su valor estaba determinado por el peso y la pureza del metal, más que por la fecha de acuñación o el gobernante representado.

  2. Época del entierro:
    El hecho de que las monedas más recientes daten del reinado de Claudio sugiere que el tesorillo se ocultó entre los años 41 y 54 d.C. De haberse enterrado más tarde, incluiría monedas de emperadores posteriores como Nerón, Galba, Otón, Vitelio o Vespasiano.

  3. Posible origen del tesorillo:
    Según el general Antonio Sarmento, el hallazgo se produjo cerca de las ruinas de un antiguo molino. Esto sugiere que podría tratarse de los ahorros de un molinero, quien probablemente escondió sus ingresos para protegerlos. La cantidad encontrada, aproximadamente 700 denarios, resulta coherente con los salarios de la época: un legionario romano ganaba alrededor de 250-300 denarios anuales, y los ingresos de un molinero no diferirían significativamente.

Este denario de Druso, como el más moderno del conjunto, no solo marca el final cronológico del tesorillo, sino que también nos conecta con una era de profundos cambios sociales, políticos y económicos. Más allá de su valor como objeto histórico, esta moneda nos invita a reflexionar sobre el día a día de quienes habitaron la antigua Aquae Flaviae, rescatando del olvido sus historias de supervivencia, ahorro y vida cotidiana.