GENS CALPURNIA Crawford 340-1

Por Miguel Angel Valencia Morillo

Ficha Denarios
Anverso: Busto laureado de Apolo a der., detrás símbolo: espiga.
Reverso: Jinete con palma galopando a der., con número debajo de la leyenda: XXVIII
Ley ./: L. PISO FRVGI
Objeto: Denario
País/contexto cultural: República romana
Emisor: L. Calpurnius Piso Frugi
Cronología: 90 a.C
Valor: 16 ases
Ceca: Roma
Material: Plata
Peso: 3,79 g
Módulo: 19 mm
Técnica de producción: Acuñación manual
Posición de cuños: 1h
Número estimado de cuños: 864 anverso/1080 reverso
Rareza: R1
Grado de conservación: MBC+
Referencia bibliografíca: Cal-307, Craw 340/1, FFC- 243
Bibliografía específica: Adquirido en Bertolami Fine Art, 05/05/2024, lote 529


GENS CALPURNIA

Los Calpurnii eran una gens de origen plebeyo que afirmaban descender de Calpus, el tercero de los cuatro hijos atribuidos a Numa Pompilio, y ​​es por este origen legendario que vemos la cabeza de Numa en algunas de sus monedas. La primera mención a un miembro de esta gens se produce durante la Primera Guerra Púnica, Calpurnius Flamma era entonces tribuno militar bajo el consulado de A. Atilio Calatinus en el 258 a.C. Otro miembro destacado fue el pretor C. Calpurnio Piso, hecho prisionero en la batalla de Cannas en 216 a.C y pretor urbano en 212 a.C., regularizó los ludi Apollinares y los convirtió en un acontecimiento regular. Los Calpurnios llevaban los siguientes cognomina durante la república: Bestia, Bibulus, Flamma, Piso. Los Pisones se dividen en dos grupos, con los cognomina de Caesoninus y Frugi. El nombre Pisón parece derivar de pisere o pinsere y se relaciona con el cultivo del trigo (se refiere a moler o triturar el trigo). Esta etimología la dieron los propios romanos, si nos remitimos a estos versos dirigidos a Pisón y conservados por Plinio [1].


Claraque Pisonis tulerit cognomina prima
Humida callosa cum pinseret hordea dextra.

El nombre de Caesoninus llevado por una rama de los Pisones viene de Lucio Calpurnio Pisón, cónsul en 148 a. C, miembro de la Gens Caesonia, adoptado por uno de los Pisones. En cuanto al nombre Frugi, se cree que proviene del carácter de honestidad y rectitud de L. Calpurnius Piso Frugi, tribuno de la plebe en 149 a.C, pretor en 139 a.C y cónsul en 133 a.C, el primero que llevó este nombre. El hijo de este, del mismo nombre, sirvió bajo las órdenes de su padre en Sicilia y murió en Hispania, donde desempeñó las funciones de propraetor hacia el 112 a.C. Lucius Calpurnius Piso Frugi, nuestro monedero, era hijo de este último. El magistrado, mencionado varias veces por Cicerón, era, como su padre y su abuelo, un hombre del más alto honor. Se presentó como acusador de P. Gabinio en 87 a.C y estuvo con Verres en Sicilia como propraetor en el 74 a.C.

Los Pisones, famosos desde la Segunda Guerra Púnica, permanecieron en las más altas dignidades hasta el siglo III d.C. A uno de ellos Horacio dedicó su Ars poética. El último de ellos que registra la historia fue contado entre los treinta tiranos, en el año 260 de nuestra era [1,2].

CRONOLOGÍA

Lucius Calpurnius Piso Frugi ejerció la magistratura de tresviri monetalis durante el periodo del Bellum Marsicum o guerra de los aliados, de ahí la extraordinaria amplitud de su emisión, pero los autores difieren ligeramente en su cronología.

Babelon y Grueber piensan que ejerció las funciones de funcionario monetario hacia el año 89 a.C, como indujo Borghesi de las monedas que llevan E. L. P, que el tradujo como Ex lege Papiria. La ley Plautia Papiria contenía, entre otras cosas, disposiciones relativas a las monedas. Los lingotes de la reserva de metal del erario público tuvieron que ser convertidos en dinero para afrontar los gastos de la guerra. Es a esta circunstancia a la que debemos el conocimiento de que esta reserva, en el 89 a.C ascendía a 17410 libras de oro, 22070 libras de plata en lingotes, y 6.135.400 sestercios (=18230 libras) en monedas de plata. Estos lingotes fueron acuñados y L. Piso Frugi recibió el encargo de gestionar esta emisión extraordinaria [1,2].

Crawford difiere de esta cronología basándose en varios argumentos. El autor indica que las emisiones nº 337 y 340-44 aparecen juntas en el tesoro Fiesole, un número de piezas de los hallazgos ayudan a establecer su orden relativo. El tesoro Hoffmann contiene solamente las emisiones de D. Silanus y L. Piso Frugi, el tesoro Fuscaldo sólo acapara las emisiones de Q. Titius y C. Vibius Pansa; el tesoro Fiesole sólo tiene dos de los tres tipos de L. Titurius Sabinus, lo que sugiere que su emisión es la última de las seis. La cronología absoluta es más compleja. La emisión de M. Cato es copiada en una emisión italiana de la guerra social con leyenda latina, por tanto, del 89 a.C o más temprana.

Dos organizaciones son teóricamente posibles:

91D. Silanus
90L. Piso Frugi
Q. Titius
C. Vibius Pansa
89M. Cato
L. Titurius Sabinus

o:

90D. Silanus
L. Piso Frugi
89Q. Titius
C. Vibius Pansa
M. Cato
88L. Titurius Sabinus (y otros).

Por otro lado, Crawford no considera creíble que el tribunado de M. Livius Drusus en el año 91 a.C no estuviera acompañado de una acuñación. También piensa que es más probable que la emisión se produjera en el 90 a.C en un colegio lleno de monederos, que en el 89 a.C, cuando las reservas se estaban agotando.

Uno de los objetivos de la ley Plautia Papiria parece haber sido autorizar la producción de series de bronce con un peso estándar de media onza en lugar de una onza. Un segundo propósito parece haber sido revivir el sestercio, que llevaba más de un siglo sin emitirse. Todas estas disposiciones parecen incidir en la reducción de las reservas del erario público como consecuencia de los enormes gastos de la guerra de los aliados [3].

CONTEXTO

La administración y, sobre todo, el sistema impositivo de las provincias se encontraba en manos de los publicani ecuestres. Sus extorsiones eran un azote para los provinciales, impotentes ante la acción de los caballeros. Los gobernadores senatoriales poco podían hacer frente a la rapiña que ejercían las poderosas compañías, menos aún, cuando el orden ecuestre controlaba las quaestiones criminales. A la vuelta de una legación oficial procedente de Asia, presidida por Escauro, éste denunció la situación y propuso el envío de un gobernador que estableciera las reformas necesarias para acabar con los abusos. La elección recayó en Q. Mucio Escévola, ligado como Escauro, a la factio Metella, al que se le asignó el legado P. Rutilio Rufo. Tras el regreso de Rutilio en 92 a.C, el legado fue llevado a los tribunales bajo la acusación infundada de extorsión a los provinciales. Fue condenado al exilio, eligiendo como destino, la misma provincia sobre la que había actuado, Asia. La condena escandalosa de Rutilio puso el foco sobre los iudices Gracchani ecuestres. Fue en este contexto, cuando entró en escena M. Livio Druso, joven aristócrata aupado por la factio Metella con el propósito de reformar los tribunales en poder de los caballeros. El tribuno ejecutó medidas populares que fueron contestadas por el orden ecuestre y por parte del senado, pero el apoyo de la factio Metella, consiguió mantener la viabilidad del proyecto. En algún momento de su tribunado, Livio Druso incluyó en su programa la concesión de ciudadanía a los aliados itálicos. El tribuno conocía los problemas y frustraciones de los aliados de primera mano del prínceps italicorum Popedio

Sidón. La inclusión de los socii itálicos en el cuerpo ciudadano romano era una de las más urgentes y difíciles tareas a las que se enfrentaba un reticente estado, que terminó por retirar cualquier posible apoyo que pudiera tener Livio Druso. El senado invalidó sus leyes y pocos días después murió asesinado. La eliminación del tribuno supuso la última oportunidad para los aliados de diálogo con el estado romano. El culmen de la torpeza romana vino de la mano del pretor Q. Servilio, con su provocación a los habitantes de Asculum, que desembocó en la muerte del embajador y de todos los romanos de la ciudad. El senado hizo responsable a las comunidades itálicas y, cuando una comisión de las mismas intentó plantearle las viejas aspiraciones aliadas, se advirtió que las posturas eran irreconciliables. El camino a la guerra estaba expedito [4].

Este enfrentamiento se integra dentro de los diversos problemas que afectaban a Roma a inicios del s. I a.C. Roma había pasado de ser una ciudad-estado a un imperio sin apenas haber cambiado sus leyes e instituciones. Durante este tiempo, las comunidades itálicas descubrieron a su pesar que, simplemente, eran súbditos de Roma, obligadas a mantener un estado a base de impuestos y capital humano que únicamente beneficiaba a los ciudadanos romanos. Estos hechos tuvieron como consecuencia la extensión entre los aliados itálicos de la idea de obtener la ciudadanía romana para participar en los beneficios de contribuir al estado.

La poca visión de los políticos romanos empujó a los aliados a una guerra civil que se cobró cientos de miles de vidas y una gran parte de los recursos económicos de Italia. Roma obtuvo la victoria militar, pero sólo después de reconocer su derrota política, es decir, el reconocimiento a los aliados itálicos al derecho de ciudadanía romana con la aprobación de la lex Plautia Papiria.

Fue en este inicio de la guerra de los aliados, Bellum Marsicum o Italicum, cuando Lucius Calpurnius Piso Frugi acuñó la emisión que nos ocupa [5].

REPRESENTACIÓN

ANVERSO: Busto laureado de Apolo a der., detrás símbolo: espiga.


Ficha Denarios

La cabeza de Apolo hacia la derecha en el anverso, alude a los juegos celebrados en honor a Apolo, los Ludi Apollinares.

En el año 213 a. C., en plena guerra púnica, las operaciones contra los cartagineses se estaban prolongando de un modo desesperante: Aníbal seguía con perspectivas de apoderarse de Tarento, y el pueblo se esforzaba por conseguir la pax deorum con toda clase de ritos, no sólo en privado, sino en público y en el mismísimo foro. La situación llegó a tal punto que trascendió al Senado. Este encargó al pretor urbano, Marco Emilio, que tomara las medidas necesarias para dominar la situación. Éste promulgó un edicto en el que, juntamente con la prohibición de hacer sacrificios en lugar público o sagrado, con ritos nuevos o extranjeros, se ordenaba la entrega inmediata de todos los libros de profecías y de las artes sacrificandi.​ Pero el pretor urbano leyó escrupulosamente todo el material que había caído en sus manos, y entregó a su sucesor en el cargo el año siguiente, Cayo Calpurnio Pisón, los carmina Marciana, un conjunto de profecías que habían aparecido entre los libros requisados, para un análisis más detenido. Los carmina Marciana eran dos oráculos, uno ex eventu que anunciaba la derrota ya sufrida de Cannas, y otro que exhortaba a los romanos a celebrar unos juegos en honor de Apolo y un sacrificio público como condicio sine qua non para vencer en la guerra a los cartagineses. Al parecer, estos augurios fueron interpretados por un vidente llamado Marcius, de ahí el nombre.

Las profecías dictaban que los romanos debían usar el ritual griego para honrar a Diana y Latona, y que debían ayudar a contribuir con los costos de los juegos, según sus medios. Los libros sibilinos también fueron consultados y confirmaron esta profecía.  El impacto que causó el primer oráculo va ligado al grado de desesperación en que se encontraban los ciudadanos romanos a causa del desgaste provocado por la guerra, por lo que los ludi Apollinares fueron instituidos consecuentemente en  el 212-211 a.C, aunque se desconoce si de forma regular ya en esa fecha. Como en otras épocas, los juegos servían para disipar los temores del público y distraerlo de la invasión de Aníbal. 

Existe cierta discusión sobre cuándo y quién los convirtió oficialmente en juegos anuales. Puede ser que se convirtieran en un acontecimiento anual tras la plaga que sufrió Roma en el 208 a.C, lo que llevó al edil curul L. Varus a hacerlos permanentes con la autorización del senado, en honor a Apolo, a quien consideraban un dios de la curación. A partir de esa fecha, se celebraron el 13 de julio y eventualmente aumentaron hasta durar 8 o 9 días.

Para nuestro monedero era evidente que fue su antepasado quién los instauró y, por ello, lo plasmó en sus denarios, siendo la serie de denarios más grande de toda la amonedación republicana [1,2].

REVERSO: Jinete con palma galopando a der., con número debajo de la leyenda: XXVIII
Ley ./: L. PISO FRVGI

Ficha Denarios

Las monedas de L. Calpurnius Piso Frugi muestran en el reverso un jinete con una palma, un látigo o una antorcha en la mano. Al igual que el anverso, aluden a los Ludi Apollinares, que eran juegos solemnes (ludi) que consistían en espectáculos ecuestres y representaciones teatrales, incluida la praetextae , una categoría de drama romano. Había carreras de cuadrigas y carreras de desultores, jinetes que conducían dos caballos y saltaban de uno a otro durante la carrera. Es a estos juegos a los que se refieren los motivos de las monedas de L. Piso y su hijo C. Piso.

Las numerosas marcas monetarias encontradas en las monedas no tenían otra finalidad que distinguir las monedas para los obreros del taller y permitir la verificación y el control de esta enorme emisión. Las numerosas y variadas marcas de ceca, compuestas por símbolos, números, letras y fracciones demuestran que esta emisión es una de las mayores que se produjeron en la ceca romana. Además, hay una complicada disposición y combinación de símbolos, números, letras y signos fraccionarios en anverso y reverso que hacen muy difícil clasificar todas las variantes [2,3].

Ficha Denarios
Algunos de los símbolos encontrados en las monedas de Lucius Calpurnius Piso Frugi [2].



BIBLIOGRAFÍA

[1] Babelon E. Description Historique Et Chronologique Des Monnaies de la République Romaine. Vol 1. 1885.
[2] Grueber H. A. A Catalogue of The Roman Coins in The British Museum. Vol 1. 1910.
[3] Crawford M. H. Roman Republican Coinage. Vol 1. 1974.
[4] Roldán J. M. Historia de Roma. La República Romana. 1982.
[5] Valverde L. A. El toro contra la loba. 2016.